Aniversario
Gabriel U. García T.
Había que llegar pronto a la escuela, es domingo, hay
que arreglar la capilla. Mamá se ponía sus hermosos zarcillos, eran las dormilonas. El abrigo negro cubría
su vestido sencillo, sobrio. Luego, caminar unas pocas cuadras. Papá se quedaba
en casa. No era muy amigo de los ritos, se llevaba mejor con los libros, prefería
la libertad del pensamiento al yugo del dogma. Mamá creía que estaba
equivocado, la única libertad está en Dios.
En medio los tres. El primero, muy concentrado con sus
libros, sus juegos mentales y el Señor Juish. El segundo más rebelde,
preocupado por sus amigos y el fútbol. El tercero… ¡que se yo!
Esto fue hace medio siglo, en el que pasamos de la
televisión en blanco y negro a la de colores. Conocimos los Walkman con cassetes, los long play. Pasamos de los discos de
cinco un medio a los de tres un cuarto.
Pero, también, del fútbol en la calle, al temor de
enviar a los hijos solos. De los recorridos en bicicleta por todos los rincones
de la pequeñita ciudad, al miedo de
dejarlos solos en el parque de la Venus que fue, en tiempo de mis tíos, hundida
por impúdica.
Todo esto no fue posible sin ti, que sólo mentiste una
vez en la vida. Y fue, justamente, la última vez que me hablaste.
- ¿Cómo está?
- Bien mijito, un poquito cansada.
Luego el silencio. No volviste a decir nada, hasta
hace poco. Apareciste en mi sueño. Estabas radiante, tus ojos azules lucían más
bellos que nunca. Tu sonrisa estaba intacta y tu amor presente, como siempre,
como ahora. ¡Ojalá nada hubiera cambiado!
Pero cambió. No escucho tu dulce voz. Sólo la Marle,
siguiendo tu ejemplo, aún pregunta si he desayunado.
Ahora uso lentes, para poder escribir cuatro letras.
Quizás los mismos que te negaste a usar para no opacar la intensa luz de tu
mirada.
Sabes, estudié un poco de filosofía. Aristóteles pensó
mucho en la felicidad y escribió sobre ella. Hizo un libro para su hijo,
tratando de explicarle lo que debe ser. Pero olvidó algo muy sencillo: volver a
sus recuerdos y ver los ojos de la madre, donde no puede existir mayor y mejor
felicidad.
¡Cómo eres!
Me sigues enseñando. La felicidad está en ver a tu
nuera jugando con tus nietos. No se necesita más.
Loja, madrugada del 12 de julio de 2016.
Un año de tu
muerte.
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