domingo, 12 de junio de 2016

Aniversario
Gabriel U. García T.

Había que llegar pronto a la escuela, es domingo, hay que arreglar la capilla. Mamá se ponía sus hermosos zarcillos, eran las dormilonas. El abrigo negro cubría su vestido sencillo, sobrio. Luego, caminar unas pocas cuadras. Papá se quedaba en casa. No era muy amigo de los ritos, se llevaba mejor con los libros, prefería la libertad del pensamiento al yugo del dogma. Mamá creía que estaba equivocado, la única libertad está en Dios.

En medio los tres. El primero, muy concentrado con sus libros, sus juegos mentales y el Señor Juish. El segundo más rebelde, preocupado por sus amigos y el fútbol. El tercero… ¡que se yo!

Esto fue hace medio siglo, en el que pasamos de la televisión en blanco y negro a la de colores. Conocimos los Walkman con cassetes, los  long play. Pasamos de los discos de cinco un medio a los de tres un cuarto.

Pero, también, del fútbol en la calle, al temor de enviar a los hijos solos. De los recorridos en bicicleta por todos los rincones de la pequeñita ciudad, al miedo de dejarlos solos en el parque de la Venus que fue, en tiempo de mis tíos, hundida por impúdica.

Todo esto no fue posible sin ti, que sólo mentiste una vez en la vida. Y fue, justamente, la última vez que me hablaste.

- ¿Cómo está?

- Bien mijito, un poquito cansada.

Luego el silencio. No volviste a decir nada, hasta hace poco. Apareciste en mi sueño. Estabas radiante, tus ojos azules lucían más bellos que nunca. Tu sonrisa estaba intacta y tu amor presente, como siempre, como ahora. ¡Ojalá nada hubiera cambiado!

Pero cambió. No escucho tu dulce voz. Sólo la Marle, siguiendo tu ejemplo, aún pregunta si he desayunado.

Ahora uso lentes, para poder escribir cuatro letras. Quizás los mismos que te negaste a usar para no opacar la intensa luz de tu mirada.  

Sabes, estudié un poco de filosofía. Aristóteles pensó mucho en la felicidad y escribió sobre ella. Hizo un libro para su hijo, tratando de explicarle lo que debe ser. Pero olvidó algo muy sencillo: volver a sus recuerdos y ver los ojos de la madre, donde no puede existir mayor y mejor felicidad.

¡Cómo eres!

Me sigues enseñando. La felicidad está en ver a tu nuera jugando con tus nietos. No se necesita más.


Loja, madrugada del 12 de julio de 2016. 

Un año de tu muerte.

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