Cincinatos y narcisos
Gabriel
U. García T.
La
historia y la mitología brindan ejemplos, buenos y malos, sobre el ser humano.
Entre los que vivieron, está Cincinato,
un romano halagado, a lo largo de los siglos, por su desprendimiento del
poder. En efecto, este hombre, en una situación desesperada del Imperio, por la
inminente invasión de eucos y volscos, fue nombrado dictador para un período de
dos meses. Sin embargo, en solo dieciséis días, consiguió la victoria para
Roma. De inmediato renunció y volvió a sus tareas de labriego.
Entre
los personajes mitológicos, en cambio, está Narciso. Un joven que vivía
enamorado de si mismo. Con el tiempo, su historia, originó la palabra
narcisismo que, según el diccionario, significa “excesiva complacencia en la
consideración de las propias facultades u obras”.
Recientemente,
Fernando Savater, en un libro que escribió contra el separatismo, califica a
Julian Assange, refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, como “hacker narcisista”. No le falta razón. En política, abundan los narcisos y escasean
los cincinatos.
Allí
están esos oscuros personajes que se creen imprescindibles para un país, para
una provincia, para un municipio. Sin ellos, sería imposible concebir la vida.
Deben regir los destinos de la gente hasta su muerte y usarán todos los medios
a su alcance para conseguirlo. M
ás aún cuando tienen,
conforme los tiempos que corren, televisiones y radios públicas a su servicio.
Pero
esto no es inocuo. En su obsesión, descuidan otros aspectos fundamentales del
convivir social y anulan a cualquier persona que piense diferente. Los ejemplos
abundan en este mundo, que bien calificara Ciro Alegría como “Ancho y ajeno”.
Con un simple repaso por la prensa, el lector los puede identificar
inmediatamente.
Creen
su obra perfecta. Es como la creación del mundo. No importa nada más. Ni la
pobreza, el desempleo, la violencia contra las mujeres, o el femicidio. Para
ellos, todo esto, será un mal social alejado de sus responsabilidades. Asombra
esta indolencia.
Cuánto
bien nos haría que Cincinato, y no Narciso, rija los destinos de la gente.
gulpianoga@gmail.com
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