Galito y sus limones
Gabriel U. García T.
Rafael Sánchez Ferlosio, un escritor español acucioso y poco satisfecho con
el mundo, en una reflexión que hacía sobre la humanidad, reclamaba a la prensa
como los actos de terrorismo se ven, casi siempre, simplemente como un
“atentado contra la democracia” y, rara vez, se piensa en las víctimas y en los
dramas que viven los sobrevivientes.
De alguna manera, la sociedad en su conjunto, acostumbra pensar sus
problemas desde la óptica de la comodidad. Somos poco sensibles y enfocamos las
cosas, generalmente, sin meditar en el prójimo, sino en conceptos abstractos,
como orden o progreso.
Por ejemplo, no hablamos de las personas que venden en la calle, sino del
“problema de las ventas ambulantes”. Este es un ejemplo claro del reclamo de
Sánchez Ferlosio. No poner, en primer lugar, a las personas, y las condiciones
que los llevan a deambular, por avenidas, plazas y mercados, tratando de vender
alguna cosa.
No distinguimos que, entre ellos, habrá gente con necesidades profundas,
reales, urgentes. También otros que, seguro, encontraron una forma de ganarse
la vida sin tener que tributar o cumplir con exigencias que tienen los
comerciantes formales. Cuánta diferencia hay entre unos y otros, pero, sin
embargo, etiquetamos a todos bajo el mismo nombre.
Un problema de esta envergadura, requiere que las autoridades identifiquen
a los seres humanos dedicados a esta actividad. Entiendan sus razones, las
vitales y las que vienen por la codicia, y, con ello, empiecen a tomar medidas.
Los tratos deben ser diferentes. Para los codiciosos la coerción. Para aquellos que venden porque tienen
necesidades básicas que satisfacer, generar espacios donde puedan realizar su
actividad de manera formal, integrados al sistema. Tenemos que resguardarlos,
apoyarlos, entender que se trata de un grupo vulnerable.
Cuándo hablo de esto, recuerdo a Galito, un pequeño de catorce años que
merodea el Mercado Mayorista, vendiendo limones, porque su madre, sola, no
puede mantener siete hijos. Estos niños merecen una política pública entre
Municipalidad y Ministerio de Inclusión.
gulpianoga@gmail.com
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