lunes, 30 de julio de 2018

Artículos en "La Hora"

Sobrevivir

Gabriel U. García T. 

Es necesario el debate sobre las cosas trascendentales, aunque no tenga los niveles de audiencia que produce el escándalo. Víctor Gómez Pin, uno de los filósofos contemporáneos más importantes de España, suele poner, sobre el tapete de la discusión, temas sobre los que, normalmente, no se habla. Hace algún tiempo planteaba que, la humanidad, no puede tener como único objetivo la lucha por la supervivencia.  Decía que, los seres humanos, deben pelear por la posibilidad de fertilizar sus potencialidades, especialmente las de simbolizar y conocer. Y tiene razón.

Sin embargo, cuando una persona permanece en estado de extrema pobreza, es decir sin satisfacer necesidades elementales, no piensa en conceptos abstractos como futuro o Estado. Todo su potencial intelectual se centrará en buscar la manera de llevar alimentos a la olla. 

En el área urbana de Loja tenemos más de veinte mil personas en esas condiciones. Son seres humanos que, cuando almuerzan, no meriendan. Pero, sobre esta realidad tan dura, los políticos locales no dicen nada. El debate se agota esperando una sentencia judicial para saber quién se quedará sentado en el sillón de la alcaldía o en el mundillo farandulero de las alianzas. Sobre las condiciones de vida de la gente, nadie dice nada. A lo sumo un lamento en redes sociales y una postura de humildes redentores. 

Tampoco se habla del desempleo, de los rostros tristes, lánguidos, del trabajador que, el lunes, después de pasar medio día en la plaza de la Catedral, vuelve a casa con las manos vacías y las ilusiones destrozadas.

Gran parte de quienes hacen política no debaten sobre modelos diferentes de administración del Estado, como el federalismo, para conseguir mayores niveles de autonomía con relación a la recaudación y administración tributaria. Que los dineros que Loja produce sean recaudados y, especialmente, administrados por lojanos.

Sin embargo, la gente, quiere cambiar de protagonistas políticos. No come ruedas de molino, impulsadas por publicidad que sale de nuestro bolsillo. Se equivocan, podremos ser pobres, pero no tontos. 




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