Producir es el camino
Gabriel U. García T.
La estadística es fría. Nos revela la realidad, sin maquillaje. A veces es dura, pero es necesaria. En el Ecuador, el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, es el encargado de proporcionar datos sobre la situación del país. En marzo de este año emitió un reporte sobre el estado del empleo. La cosa es grave. Las cifras dicen que, de cada cien ecuatorianos en edad de trabajar, solo cuarenta y uno, tienen un trabajo completo, es decir, con un sueldo equivalente o superior al mínimo, con afiliación al seguro y con todas las garantías necesarias. Las otros cincuenta y nueve, están subempleados, trabajan unas pocas horas a la semana o, simplemente, están sin trabajo.
En Loja, la cosa está peor. Menos de treinta y cinco de cada cien personas tienen empleo completo. En Pichincha, casi sesenta de cada cien trabaja en buenas condiciones.
Son las personas que llenan la Plaza Central desde el lunes en la mañana. Son algunos de los vendedores ambulantes que, desesperados, salen a tratar de hacer cualquier negocio para llevar pan a su casa. Son los choferes de taxis sin autorización. A veces, y en cosas más graves, son las mujeres que tienen que vender su cuerpo para alimentar la familia. Es una consecuencia del centralismo.
El único camino, para remediar esto, es producir. Claro, se dice fácil, pero, es un tema complejo. No hay condiciones estructurales que incentiven la generación de nuevas empresas productoras de bienes y servicios. Tampoco hay infraestructura adecuada. Cuando perdimos los recursos del Plan Inmediato de Riego de Loja, se fueron las posibilidades de avanzar con instalaciones elementales. Tampoco existe decisión política para, por ejemplo, mecanizar el agro, dotando de un tractor a cada junta parroquial rural. En el caso de Loja eso sería una inversión inferior a los cinco millones de dólares.
Esto se agrava cuando, algunos administradores de la cosa pública, asimilan los gobiernos locales con, lo que los gringos llaman, “bussines center”, es decir, espacios para que el gobernante de turno haga jugosos negocios.

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