domingo, 3 de octubre de 2010

¿Que nos queda?

¿Qué nos queda?

Gabriel U. García T.

Es domingo por la noche. Han pasado casi setenta y dos horas luego de que el Presidente volviera al Palacio de Gobierno. El mundo político, con su frágil memoria, ha empezado a olvidar la gravedad de los hechos y se ha concentrado en buscar a autores cómplices y encubridores que, por supuesto, son los de la otra orilla. Sin embargo el miedo y la incertidumbre caminan por todos los rincones de la Patria y nadie procura respuestas .

Más allá de la coyuntura política y de si los terribles sucesos del jueves fueron planeados por Lucio, por Rafael, por ambos o por ninguno, tratemos de hacer un balance y ver lo que nos queda.

Nos quedan heridas muy grandes y que tardarán mucho tiempo en cicatrizar. Está el hecho de la desobediencia en dos instituciones cuyo fundamento es la disciplina. Porque no sólo hubo tropa insubordinada en la Policía, también , aunque en menor grado, está la actitud de un grupo de la Fuerza Aérea en la Base “Mariscal Sucre” y de los soldados del Ministerio de Defensa.

Heredamos una profunda desconfianza de la ciudadanía en las instituciones que estaban llamadas a protegerla y defenderla. La imágenes de ciudadanos policías golpeando a ciudadanos civiles y amenazándolos con pistolas se ha impregnado en la retina de nuestros niños y en el alma de nuestros adultos.

Ahora tenemos la majestad del Presidencia de la República mancillada y con ello el temor de una democracia que no sólo es tutelada sino vigilada muy de cerca por la gente que tiene las armas en su poder.

Queda el resentimiento entre dos instituciones fuertemente armadas. ¿Qué puede pasar en alguna parroquia rural cuando algún sargento, no importa de que bando, se pase de copas y quiera revertir los hechos acaecidos en Quito?

Pero además están los muertos. Y las viudas. Y los huérfanos. Se diga lo que se diga y se haga lo que se haga, hay niños que no podrán gozar nunca más de la caricia, el consejo y la guía de sus padres. Ni las medallas (que fueron el pretexto para todo esto), ni los homenajes podrán llenar el vacío que el odio y la sinrazón han dejado en sus vidas.

Y nos queda la desesperanza de ver que todo lo que, democráticamente, hemos caminado tambalea. La duda de saber si es viable un país donde, finalmente, las leyes no se aprueban por argumentos sino por votos, pasiones o balas.

Es domingo por la noche y la nostalgia ha invadido los corazones de nuestros ciudadanos.

Loja, 20 de septiembre de 2010.

2 comentarios:

auralia dijo...

Muchas realidades dichas en pocas letras...

ulofotos dijo...

y un mes después, y dos meses después y un año después, ya ni nos acordaremos de todo esto. triste pais, pais de olvido fácil,