Séptimo arte
Gabriel U. García T.
Es frecuente hablar del cine como séptimo arte. Pero es poco usual preguntarnos la razón de ese adjetivo para las imágenes en movimiento. Vamos a ver si logramos hacer un corto análisis.
Veamos ahora cuales son las otras seis. En el Renacimiento se pensó en artes mayores y bellas artes. Al superponer unas con otras nos quedamos con seis: arquitectura, escultura, pintura, música, poesía y danza. En la última, de la mano con la música, se incluía al teatro. Pero, cuando aparecen las imágenes en movimiento, y el celebre tren que asustaba a las personas en las primeras filmaciones de los hermanos Auguste Marie Louis y Louis Jean Lumière, se empiezan a pensar en nuevos conceptos y modelos que representen la realidad. Ahí es cuando nace el cine como séptimo arte.
Esta novel disciplina desarrolla su propio lenguaje, que la estética se ha encargado de estudiar. Sus formas de expresión se piensan desde tres perspectivas: tratamiento figurativo, estructura narrativa y estructura enunciativa. He ahí las claves de su lenguaje. Pero desgranemos un poco esta mazorca para poder hacer los tamales.
El tratamiento figurativo es la representación que el director imprime en el plano. No se asusten, ahora lo explico. Toda película tiene una escenografía, una forma de transición, una manera de clausurar las escenas, etc. que pueden ayudar, ser neutras o, incluso, contrarias al mensaje que quiere trasmitir el director.
Finalmente, la estructura enunciativa se refiere a como monta el director su película. Puede empezar por el medio de una historia y con unos flash back llevarnos a los orígenes. También puede empezar por el final o, simplemente, construir una película de manera teleológica, en la que el espectador puede intuir el final de la historia.
Finalmente, a partir de estas consideraciones, se pueden crear por lo menos tres modelos cinematográficos: Analítico-constructivo, Hermético–metafórico o Narrativo-transparente.

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