Montalvo, Unamuno y los tiranos
Gabriel U. García T.
Por lo menos hay tres cosas comunes en las vidas de Miguel de Unamuno y Juan Montalvo: el apego a la literatura, su aborrecimiento por los tiranos y su forma de insultar. En la edición que realizara, en 1970, la Editorial Pío XII de Las Catilinarias, viene un interesante prólogo del escritor español donde se resaltan estas coincidencias.
Corría 1925 y Unamuno estaba exilado en Paris gracias a la dictadura de don Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, que para esos tiempos reinaba en la península ibérica. El ilustre ambateño, muerto en 1889, todavía estaba enterrado en la ciudad luz; tal como presintiera, una sepultura prestada fue la que recibió sus huesos.
Esto indigna profundamente a Unamuno que ve su propio futuro en el del ecuatoriano expatriado por Ignacio de Veintimilla. Devora Las Catilinarias. “Saltando líneas; iba desechando literatura erudita; iba esquivando artificio retórico. Iba buscando los insultos tajantes y sangrantes. Los insultos ¡sí! Los insultos; los que llevan el alma ardorosa y generosa de Montalvo”
Quería usarlos en contra de su enemigo, Primo de Rivera, como Montalvo, en su momento, los usara contra el dictador ecuatoriano. Pero, gracias a esa búsqueda, diferencia en Montalvo su combate a García Moreno con el que diera a Veintimilla.
“Montalvo llamó a boca llena tirano a García Moreno, al hombre civil y de convicciones políticas, no a Veintimilla, el mercenario, el soldado de fortuna” Del primero sostiene que fue “ hombre de rara inteligencia y vastos conocimientos mal aprovechados” del segundo un “«payo», un malhechor, un ladrón y un crapuloso” tal como Unamuno se refería al dictador español. Pero Montalvo llegó más allá y dijo que Veintimilla era “excremento de García Moreno”.
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