domingo, 18 de mayo de 2025

Sendero de ausencias


Gabriel Ulpiano García Torres


 

Al igual que los recuerdos, las separaciones también son hitos que vamos poniendo en el sendero de la vida. Allí queda imborrable el momento del amigo que partió y no volvimos a ver. El viaje de la noviecita de la infancia que marcó la separación definitiva o, simplemente, ese adiós en el colegio que creíamos temporal, pero fue para siempre. 

Parece que la ausencia es hermana de la nostalgia y como los árboles, una vez que echa raíces solo crece y se profundiza en el alma. 

Algunas duelen más. La de los padres es, sin duda, la que deja la cicatriz más profunda. Saber que ya no están al alcance de una llamada y que su voz vendrá, con suerte, en algún sueño, con el tiempo se convierte en un eco que resuena en cada paso. Igual de fuerte debe ser la pérdida de un hermano o la prematura partida de un hijo. Son golpes de los que salimos con mucha dificultad. 

Hay otras, no tan dramáticas, pero que igual duelen mucho. Ver partir los hijos que empiezan a construir su porvenir, es mirar cómo se aleja un pedacito del aliento vital; es marcar una frontera definitiva en dos momentos de nuestro paso por el mundo. 

Y, aun así, es una carencia singular. Se siente alegría y orgullo al percatarse de que pueden trazar y seguir sus caminos; mientras un hondo dolor surge al notar que sus besos se alejan y sus abrazos se espacian.ç

Cuando el cónyuge se marcha uno debe preguntarse si queda algo. Lo construido parece perder su sentido y el tiempo puede tornarse inmensamente innecesario. Los días se alargan hasta fundirse con el alba y revelan que las noches dejaron de servir para dormir. ¡Qué duro debe ser despertar sin tener a quien decir buenos días! 

A veces, las añoranzas sorprenden como una emboscada silenciosa. En medio de un momento de profunda alegría, viene un suspiro que acompaña un recuerdo. Las personas que regalaron felicidad, cuando no están, roban el aliento y en la soledad desatan la fuga de una lágrima furtiva. 

De pronto el que se va es uno. Con dolor deja atrás el mundo ajeno. Hay quienes lo hacen a propósito y otros que se ven obligados. Es posible partir físicamente o quedarnos ausentes, que es lo que sucede cuando la memoria se desvanece y en un instante se van todos. 

Al final, este es un alegato a favor de la ausencia que hace sentir los latidos e invita a recordar que hay personas que realmente son o fueron importantes. Regresa a la realidad alejándonos de los espejismos de la vida cotidiana. Nadie lamenta el auto que tuvo o la ropa de marca que se puso. 

En el fondo, la tristeza valora este sendero donde cada adiós enseña a mirar hacia dentro.


 


No hay comentarios: