El maíz de la amargura
Gabriel
U. García T.
Fernando
Aramburu, escritor español nacido en San Sebastián en 1959, publicó, en el 2006
«Los peces de la amargura» relatos en
los que, con maestría, cuenta episodios
de las víctimas de ETA, organización separatista española que terminó
convirtiéndose en una banda terrorista.
El libro está escrito desde la perspectiva de la víctimas y sus familias, cosa que, normalmente, no recoge la historia. Generalmente, los conflictos se enfocan desde la perspectiva de los bandos, pero no de los heridos y muertos que, a lo sumo, no pasan de ser una cifra.
Ningún
conflicto es inocuo, siempre deja secuelas en la gente. No importa si es de
tipo armado o de carácter social, hay personas, de carne y hueso, que sufren
las consecuencias.
El
libro de Aramburu invita a pensar en las vidas de los seres humanos, después de
conflictos que no generaron y en los que se vieron envueltos contra su
voluntad.
A
veces los vemos lejanos y, de manera inconsciente, los relacionamos con guerras
en otros lugares del plantea. Sin embargo, en nuestra sociedad, existen algunos
que también están dejando víctimas.
Quizás
el caso que más debería conmovernos es el de la Universidad Nacional de Loja.
Pensemos en todas la víctimas que quedan. Están, en primer lugar, los
estudiantes y sus familias, sin importar el bando en el que se encuentren.
Cuántos sueños se truncan por una disputa que se ha prolongado demasiado. No
importa cuales son las causas, lo preocupante son las consecuencias.
Cuando
nuestra Alma Mater se fundó, en 1859, gracias al Gobierno Federal de Loja, no
se creó para producir frustraciones, sino pensando en el conocimiento, la
ciencia y la cultura, como forma de progreso. Debía ser el espacio donde, en un
marco de autonomía, la juventud se forme, sin diferencias políticas, sociales o
económicas. Sus aulas, el lugar para cristalizar la posibilidad de un futuro
diferente, especialmente, para aquellos que provienen de los estratos menos favorecidos.
Ahora
vemos, con tristeza, como algunos jóvenes están volviendo al campo a sembrar el
maíz de la amargura.
gulpianoga@gmail.com
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