domingo, 27 de noviembre de 2011

Artículos de "El Mercurio"


Intolerancia
Gabriel U. García T.

En 1916 David Wark Griffith, para borrar la fama de racista que la prensa le endilgó a raíz de su película El nacimiento de una nación, se inclinó por una millonaria producción en la que habló sobre uno de los elementos más nocivos del convivir humano: la intolerancia.

La cinta abarca, de manera simultánea, cuatro importantes momentos de la humanidad: la caída de Babilonia, la matanza de los hugonotes, un huelga de trabajadores de principios del siglo XX y la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. El montaje se realiza usando la figura de una madre que, moviendo la cuna de su hijo, permite al espectador trasladarse de un momento a otro de la historia humana.

En el primer episodio cuenta como cae el rey Baltasar, gobernante de Babilonia, a manos de Ciro II, el grande, rey del Imperio Persa. Griffith narra asombrosamente la caída y sufrimiento que se produce en esta ciudad que, dos mil años después, intentara reconstruir Saddam Hussein y donde los norteamericanos instalaran una base militar durante la guerra de Irak.

La segunda parte del largometraje, es sobre la matanza de un grupo protestante francés al que históricamente se conoce como hugonotes. La masacre, conocida como la matanza de San Bartolomé, por haber ocurrido la noche del 23 de agosto de 1572,  es el producto de una serie de temores políticos del gobernante francés de ese tiempo, Carlos IX, y su madre Catalina de Médecis.

El tercer episodio que narra la película es una huelga de obreros de principios del siglo XX y como las familias, especialmente los niños, sufren las consecuencias de las acciones de patronos y trabajadores.

Finalmente, Griffith, no puede dejar de lado uno de los momentos de mayor vergüenza de nuestra historia: la pasión y muerte de Jesús de Nazaret.  En estos cuatro momentos históricos el director resalta la intolerancia del ser humano. De hecho la cinta empieza con una frase sobrecogedora: “hoy como ayer, siempre meciéndose, siempre trayendo las mismas pasiones humanas, las mismas alegrías y penas” que nos recuerda como, permanentemente, las pasiones han regido al ser humano.

Ojalá, querido lector, se anime a ver esta película, especialmente en momentos en que los presidentes no escuchan a los representantes de los bancos, los banqueros no oyen el clamor de sus clientes, la prensa no acoge el mensaje de sus gobernantes y los gobiernos no toleran los comentarios de los periodistas. A lo mejor, para tolerar al prójimo debemos empezar por escucharlo.

Por cierto, el 16 de noviembre se celebró el día mundial de la tolerancia.


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