Prometeo y la educación a distancia
Gabriel U. García T.
En
la mitología griega existió un dios que fue muy amigo de los hombres. Su nombre
era Prometeo. Regaló, al género humano, el mayor don que podamos imaginar: el
fuego de la sabiduría.
Claro,
para hacerlo, cuenta Esquilo en su famosa tragedia “Prometeo encadenado”, tuvo
que robarlo del Olimpo, por lo que fue condenado a permanecer encadenado en el
último confín de la Tierra. Zeus dispuso que el Poder la Fuerza lo lleven hasta
ese lugar y que Hefestos lo encadene de tal manera que no pueda escapar.
En
su suplicio es visitado por Océano, el gobernante de las aguas, quien lo impele
a que se arrepienta de su conducta para que regrese al monte de los dioses y
conviva con las demás deidades. El mártir, portador del fuego divino a los
humanos, no le hace caso y se mantiene en una postura digna de alguien que ha
hecho lo correcto.
Zeus
envía también a su mensajero, Hermes, para convencer a Prometeo de que revea su
actos y cumpla con su papel de enunciar el futuro del dios supremo. La
respuesta vuelve a ser similar y se añade una negativa rotunda del divino titán
a convertirse en sirviente de Júpiter.
El resto de la tragedia no la voy a contar con la esperanza de que el
instruido lector lo haga por si mismo.
Sin
embargo, si quisiera completar la historia de Esquilo con algo que ha ocurrido
en nuestros días. El buen Prometeo, finalmente, se ha liberado de sus cadenas y
ha encontrado una maravillosa manera para que el fuego de la sabiduría llegue
más rápido y con mejor calidad a todas las gentes de la tierra.
En
efecto, la olímpica deidad, ha descubierto la educación a distancia como una
potente herramienta para combatir, fundamentalmente, la inequidad en el acceso
y la calidad de la educación superior. Es
más, inflamó los corazones de quienes concurrieron a la última asamblea mundial
de la UNESCO sobre educación superior, celebrada en Paris en el 2009, e hizo
que, en su declaración final, hagan un llamamiento a la acción de los estados
miembros para “apoyar una mayor integración de las TIC y fomentar el
aprendizaje abierto y a distancia, con miras a satisfacer el aumento de la
demanda de educación superior”.
Sin
embargo los dioses, siempre celosos de que los humanos se les quieran igualar,
buscan a Prometeo para volver a encadenarlo.
Ojalá
Zeus y las nuevas divinidades que moran en el Olimpo, no se enteren de esta
intención de Prometeo y dejen que el benefactor bálsamo de la educación cure
las heridas de la gente.
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