Asco
Gabriel U. García T.
Últimamente,
cuando revisamos la prensa nacional, vemos con desgano, asombro y asco, como se
revelan nuevos casos de corrupción. Día a día se conocen más detalles, audios,
videos, delaciones en torno al escándalo de Odebrecht. En cada noticiero de
televisión cuentan como empresarios regalaron jugosas cantidades de dinero, a personas cercanas a funcionarios
del gobierno anterior, para posibilitar acercamientos o reuniones.
Genera
repugnancia el cinismo con el que se quiere encubrir todo esto. Se usan
eufemismos para disfrazar la verdad con frases altisonantes. A las coimas se
las denomina “acuerdos entre privados” y a los sobres con dinero que,
seguramente, es mal habido, se los entrega en la fiscalía diciendo que, más de
dos millones de dólares, les llegaron
“de manera anónima”.
Se
allanan domicilios, en investigaciones sobre enriquecimiento ilícito y se
encuentran armas de grueso calibre, recordándonos la época de Al Capone. A
veces, parece que estamos enfrentando a bandas mafiosas que tuvieron
secuestrado el aparato público del país.
Cuando
escribo estas letras, acaba de volver al Ecuador el ex-ministro Pareja
Yannuzzelli. Todos estamos esperando sus revelaciones. Pero no con la
expectativa que genera una película de suspenso, sino para saber cuando nos van
a volver las arcadas al cuerpo, cuando nos invadirá, nuevamente, esa sensación
de vómito que tenemos desde hace algunos meses.
Con ello,
la ciudadanía está, cada vez más, alejándose de la política. Nadie quiere verse
revuelto con esta gente, ni en estos escándalos. Parece que el ejercicio del
servicio público solo sirve para que, unos cuantos, se enriquezcan de una
manera insaciable.
Pero
no debemos dejar que esta sensación de asco nos aleje. Hay que estar atentos al
manejo de la cosa pública, que es de todos. El estado somos los ciudadanos
jurídicamente organizados. Superemos el asco y vigilemos para que todo esto no
quede impune. El país tiene futuro en la medida que quienes, en nuestro nombre,
administran el erario nacional, entiendan su inmensa responsabilidad con las
generaciones que vienen.
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